domingo, 26 de agosto de 2012

La inmersión lingüística

Antes de empezar con lo que sería el asunto principal del post me gustaría aclarar que no ofrezco aquí una visión profesional de ello (aunque visiones profesionales puede haber muchas y muy dispares) y tampoco pretendo apoyar o rechazar sistemas que se estén implantando en la actualidad en ciertos lugares de España, así que no os pongáis susceptibles antes de empezar y no veáis más allá de lo que está escrito. Os dolerá menos el hígado.

LA INMERSIÓN LINGÜÍSTICA

No os voy a dar aquí una definición de lo que es la inmersión lingüística en primer lugar porque me parece una chorrada, porque los términos pueden ser muy elásticos, y en segundo porque la red está llena de información que podéis consultar y contrastar. ¿Una definición "paleta" de inmersión lingüística? Poner a una persona dentro de un entorno que se comunique totalmente en una lengua para que ese individuo la aprenda a partir de lo que le rodea.

Hay muchas situaciones de inmersión:

- Los inmigrantes que llegan a un país.
- Los niños que se desplazan a otro lugar y son colocados en centros con líneas en la lengua oficial o cooficial de esa región.
- Los cursos / campamentos que, dentro de un país de lengua X, se desarrollan por completo en la lengua Y.
- Los cursos de idiomas en el extranjero.

De los únicos que os puedo hablar fehacientemente es de los tres últimos, y me voy a centrar en el cuarto: los cursos de idiomas en el extranjero. Si bien es cierto que suponen un alto desembolso económico, cada vez van siendo más asequibles y uno los puede ajustar a su bolsillo (en características, duración, alojamiento, destinos...). Si uno los aprovecha y procura usar siempre la lengua que ha ido a aprender suponen un gran avance personal y académico en la adquisición de un idioma, y ni que decir cabe que las ganancias que uno obtiene a la larga superan con creces la cantidad invertida. Porque para mí todo lo que tiene que ver con la educación nunca es un gasto, es una inversión, y de las más seguras que existen.

Mi habitación en la residencia de Mánchester, mi primera experiencia en residencia, 
las demás fueron en host family.


Pero desengañémonos: Todos, absolutamente todos, tenemos tendencia a juntarnos con otras personas (estudiantes, en este caso) de nuestros propios países o de nuestro propio idioma. Sí, por mucho que lo neguemos, somos viles mortales que sucumbimos a los patrones de conducta social: formamos guetos más o menos elásticos para crear un entorno cercano en un territorio hostil. Llamémosle entorno cercano en un territorio hostil o llamémosle formar un grupo con ciertas similitudes para poder ir a liarla parda por ahí, con la seguridad de ser muchos y de tener la jarana y la fiesta garantizadas. Porque esto es así: uno va a estudiar idiomas al extranjero no sólo para aprender, sino también para pasárselo bien. Son unas vacaciones culturales (queda muy bien llamarlo así).

No os voy a contar mis peripecias en Cambridge (15 añitos), Frankfurt, Dublín y Mánchester porque no acabaría hoy, especialmente con las de Dublín y Mánchester, que ya me pillaron en mis 20, con dinero propio, con muchas ganas de salir y con compañeros maravillosos; lo que sí que os puedo recomendar es que os forméis, ahorréis, invirtáis en vosotros o en vuestros hijos... Siempre es una garantía. Ninguna empresa me paga por hacer propaganda (que si quieren, ya lo saben), pero aunque una persona no acabe usando la lengua que ha ido a aprender más que en clase y en las tiendas, lo que sí que se le asegura es una experiencia única de la que va a aprender mucho en muchos aspectos: convivencia, interculturalidad, costumbres, historia, arte, gastronomía... vamos, que se aprende eso que no se puede enseñar en los colegios ni en casa: MUNDOLOGÍA.

Yo, en la excursión a Chester, con el uniforme de batalla: gabardína, paraguas y pañuelo al cuello.


Se dice que los consejos sólo deben darse en caso de vida o muerte o cuando son solicitados, pero yo me atreveré a daros uno: FORMAROS, haced cursos, aumentad vuestros conocimientos académicos, culturales y personales. Las épocas de crisis deben servir para mejorar. Hay que ver lo positivo dentro de lo negativo, el diamante en la negra roca. No os podéis imaginar cuánta gente me he encontrado en Mánchester que estaba en paro o que tenían trabajo y que, por miedo, por interés, por  el motivo que sea, invertían sus vacaciones, todo el tiempo libre del que disponen en un año, en realizar un curso de idiomas. El centro estaba especializado en personas de más de 25 años, así que el panorama que a veces una contemplaba era desolador, pero siempre, de entre esa oscuridad, salía la llama del positivismo, del buen rollo, de las ganas de mejorar, la esperanza de encontrar trabajo a través de la formación, las ganas de afrontar el síndrome postvacacional con los recuerdos de unas semanas diferentes, lejos del sol y de la playa.

A modo de conclusión sólo os recordaré una cosa que ya he dicho: cuando veáis que un curso, una matrícula, un proyecto de investigación es caro pensad que no es un gasto: es la mayor inversión que podéis hacer y cuyos beneficios revertirán siempre directamente sobre vosotros. ¡Ánimos!

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Comentario final: Esto no quita que los HdP del gobierno no se hayan lucido incrementando los precios de las matrículas y subiendo el IVA de los artículos escolares y de la cultura. Son unos garrulos.

Comentario final II: Acabo de volver y ya tengo ganas de irme a hacer otro curso. A donde sea: la cuestión es partir.

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