viernes, 12 de octubre de 2012

El macarrilla

Advertencia: Éste es un blog particular, en el que priman la ironía, el sarcasmo y el humor. Si no vas a entender este post o te vas a tirar de los pelos, ahórrate un disgusto y no lo leas, porque si eres un superhipermegapedagogo superhipermegaprogre no te va a gustar. Sólo ofrezco aquí una visión cómica del asunto, que se adapta a mi forma de ser. Esto no es, en ningún modo, una manera de proceder que tenga que publicarse en BOE/BOIB. Dicho esto, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia...  




El macarrilla, kinki, cani, killo, etc. es el elemento subversivo más temido por cualquier docente dentro de una aula -y fuera también, pero bueno-. Hoy me voy a dedicar a mostraros mis poco ortodoxas y casi ilegales técnicas de futuro presidiario pedagógicas con ellos.


¿Cómo identificar a ese grano en el culo a ese alumno disruptivo?

1. Llegar a clase. 
2. Ver cuál es el mayor. 
3. Si no lo vemos, buscarlo al fondo de la clase o en cualquier rincón. 
4. Otra opción es seguir el rastro de las feromonas femeninas en dirección al macho alfa. No suele fallar. 
5. Si todo esto ha fallado, esperar a una de sus siempre oportunas y graciosas bromas o comentarios. 
6. Matarlo. Bueno, vale, me he pasado...

Como la opción de matarlo queda totalmente descartada (a menos que queramos opositar a Alcalá-Meco, y no precisamente como funcionarios), os voy a ofrecer aquí un conjunto de 'tips' que a mí me sirven para tratar con ellos. Eso no quiere decir que no me sigan sacando de mis casillas y tenga que contener mis instintos asesinos, pero al menos canalizo mi fuerza, mi ira y, sobre todo, intento "llevarlos por el buen camino". Un momento, ¿hay un buen camino? Bueno, con que no cometan actos ilegales y/o delictivos me conformo. 


Decálogo para tratar con un macarrilla

1. El macarra es chulo por naturaleza, pero nosotros debemos serlo más. Se trata de demostrar quien domina. Como me dijo una amiga mía: "Quien tiene el boli rojo tiene el poder". Cosas que le cabrean sobremanera: a. rebatirle usando la inteligencia, b. imitarlo, c. un golpe de fuerza (metafóricamente hablando). Humillarlo no sirve para nada, es más, es contraproducente. Sólo logramos herir sus sentimientos y ponerlo en evidencia, y eso es precisamente todo lo contrario de lo que pretendemos. Queremos traerlo a nuestro terreno, no que se nos cierre en banda y nos vea como "el enemigo". De acuerdo, le somos hostiles, pero siempre hay que dejar algo abierto. Además, humillar a un chaval, sea quien sea, es algo totalmente deleznable y que, además, va contra los Derechos del Niño. Hay que encontrar el justo medio entre devolvérsela y humillarlo, vamos, en su argot: "hay que vacilarle". 

2. Hay que usar sus métodos y sus acciones para que se dé cuenta de lo ridículo que resulta. Por ejemplo, si es un chaval que suele dormirse en clase (y todos sabemos que esto a veces pasa), cuando moleste mucho lo mandamos a dormir. Le sentará tan mal que os prometo que nunca más va echarse ninguna cabezadita. Si suele traer los cascos para escuchar música, en la hora de estudio asistido ponedles canto gregoriano a todo volumen. Por imposibilidad de oír su mp3 lo va a apagar y lo va a guardar. Requisárselo sirve de poco y sólo aumentamos el conflicto. En caso de que se lo decomisemos, se lo devolveremos al final de la misma clase. Muy probablemente no "reincida". Frases del tipo "Joé, profe, pero esto qué eeeees?" o "Mira que es cansina la tía" son habituales en estos casos. No os desmoralicéis, sólo mostradles una sonrisa diabólica, que vuestro chiquimonster macarrilla os la devolverá (la sonrisa). 

3. Si no viene a clase dad gracias a todos los dioses del cielo, es vuestro día llamad a sus padres y que los busquen ellos. Eso sí que lo saca de sus casillas. A mí me da mucha pena por los padres de estos chicos (porque en general son varones), pero a veces es la única manera de que el chaval reaccione y de que las familias se involucren en la educación de sus hijos. En favor de mis mini-macarrillas (de la única vez que fui tutora) he de decir que tenían familias fabulosas y muy colaboradoras, y eso, compañeros, no se paga con dinero. Estos dos chavales eran mini-macarrillas, porque eran (son) más buenos que el pan bendito y sólo se sentían desubicados (casos más comunes). 

4. Si sois sus tutores o sois profesores de guardia y sospecháis que el macarrilla está tomando estupefacientes (es fácil encontrarlos, son tan poco listos que siempre van al mismo sitio), llamad a la policía y haced una presentación formal. ¿Cómo se hace esto? Bueno, es complicado, básicamente porque ocurre fuera del centro, pero se trata de decir exactamente donde están, ir tú primero, decirles que fuera del centro no les puedes hacer nada, que se rían en tu cara pensando que han ganado, y segundos después se presente la policía, jejejejee. Es muy cruel, pero me encanta. 

5. El macarrilla hace bullying a otros alumnos. Nunca me he encontrado con este caso, así que lo primero que haría sería pedir consejo a mis compañeros y al DO -sin que sirva de precedente- para que ellos actúen, puesto que es su trabajo. Pese a ello, a veces sólo son bromas que no van más allá. ¿Qué podemos hacer? Esta es una intervención "light", puesto que se trata de organizar un juego de roles en el que el macarrilla sea el puteado y vea cómo se sienten los demás. Probado y funciona al 100%. Sí, se pierden clases, ¿y qué? ¡Se ganan personas! 

Acción más temida del macarrilla

6. Si el macarrila te pincha las ruedas del coche, pínchale las de la moto, róbale los retrovisores, etc. De acuerdo, ésta no es manera de proceder, pero ya sabéis "ojo por ojo, diente por diente". Si sois personas civilizadas descartaréis el pagar con la misma moneda (aunque lo estáis deseando, no mintáis), así que lo que tenéis que hacer es a. Informar a la dirección del centro, b. Por mucho que la dirección lo quiera mantener en lo amistoso, poner una denuncia formal en la policía. c. Antes de poner una denuncia, hablar con los padres para explicarles la situación para que vean a lo que se enfrentan y así no pillarlos por sorpresa. Os aseguro que lo agradecen. 

7. El macarrilla ha enamorado a una "niña bien. Ya sabéis que A tres metros sobre el cielo ha hecho mucho daño, así que si os encontráis con este caso... Puuuuf... Hay que ser malvados y aplicar todas nuestras dotes de separa-parejitas con frases con inquina dirigidas a la chica para que abra los ojos. Al chico no le diremos nada, ¡porque la suerte que ha tenido no se la cree ni él! En el caso de que la relación macarrilla-niñabuena sea productiva para todos: la chica desarrolla habilidades sociales/sentimentales y el macarrilla vuelve al rebaño y se pone a estudiar (ocurre pocas veces, pero ocurre), no haremos nada. Mirarlos y reírse es inevitable, ¡pero es que son tan monos! xD El punto 7 es el que más me gusta, jejeje. 

Macarrilla prototípico

8. El macarrilla se burla de nosotros en clase. La opción más fácil, si es un macarrilla-reconvertible, es llamar a los padres. Si son personas normales pondrán cartas sobre el asunto. En el caso de que la primera opción no sea viable, creo que lo más sensato es participar de la burla para que vea que no nos afecta, así no la volverá a repetir. Es algo duro, porque uno tiene que encajar una puñalada con una sonrisa y encima participar de la crueldad, pero creedme, funciona. En el primer instituto en el que trabajé un superhipermegamacarrilla presidiario en potencia me soltó un día "gordaaaaaa, más que gordaaaaaaaa, que yo no hago caso a las vacaaaaas". Hombre, muy bien no me sentó, pero ese minibichejo de 1º de ESO se quedó con la cara desencajada cuando le contesté: "Uuuuf, no me hables, que casi no paso por la puerta y me estoy poniendo como un tonel, pero es que las napolitanas están tan buenas que me las como de 5 en cinco...". Su cara fue un poema, y a los 2 minutos (lo tenía arrestado fuera del despacho) vino y me dijo: "Profe, en realidad no estás tan gorda, incluso si te fijas bien eres un poco guapa". Jajajajajaja, me parto. En esos momentos yo no sabía si lo había arreglado o lo había acabado de empeorar, pero lo que sí es seguro es que el chico reflexionó y tuvo sentimiento de culpa. Y lo más importante: quiso enmendar su error. ¡Todo un logro!

9. El macarrilla no puede más en clase (y nosotros tampoco podemos con él). En este caso se trata de optimizar recursos. Tenemos a un chico que se encuentra bien al aire libre y le gusta estar en el patio: pues a recoger los papeles del patio, a ayudar al personal de limpieza, a hacer encargos para las conserjes, "contratarlo" como secretario personal en clase (con seriedad) para que reparta o recoja trabajos, se encargue del mantenimiento, etc. Si es un macarrilla bueno, esto suele funcionar. Tranquilos, salvo sonadas excepciones, suelen ser macarrillas buenos reconvertibles en personitas maravillosas. 

10. El macarrilla nos viene a contar sus penas. Junto con la 7, ésta es la que más me gusta. Si el macarrilla nos viene a contar sus penas hemos triunfado como la Coca Cola. Si el macarrilla se dirige a nosotros es porque le damos confianza, seguridad, nos ve "uno de los suyos", aunque jamás vaya a aceptarlo ni reconocerlo. Vendrá solo, con cara de circunstancias, con ganas de que alguien le escuche y no le juzgue, alguien que no sea un amigo suyo, alguien de fuera de su cículo, alguien que pueda darle una visión externa y objetiva. A mí me encanta que los macarrillas me cuenten sus penas, su vida, sus amores, sus aventuras y desventuras, es algo que simplemente me encanta, porque me río mucho con ellos, y ellos conmigo. Escucharlos es lo principal, aunque tengamos que mandar un rato al profe de guardia a nuestra siguiente sesión. Es SU momento, el momento en el que se sienten importantes y escuchados. Más que cariño -que también-, lo que deben recibir es empatía y asertividad. Si hace falta salir del centro e ir a dar un paseo por los alrededores con el chaval en cuestión, iremos, igual que si hay que invitarlo a una Coca Cola. Si los escuchamos y prometemos guardar su secreto (suele ser muy fácil de guardar, normalmente hablan de cosas triviales y mundanas de las que su estatus de gallito hace que se "avergüence", al verse un vil mortal) el macarrilla comenzará su proceso de reconversión en personita maravillosa (que ya lo era, sólo que no lo había descubierto). Tendrá altibajos, volverá a las andadas, pero el mero hecho de que él sepa o piense que nos ha defraudado hará que retome sus responsabilidades y, por ende, las riendas de su vida. 

Si es que en el fondo lo más bonito de esta profesión es ver cómo un alumno evoluciona. Cuando hay una evolución académica hablamos de excelencia educativa, pero cuando hay una evolución personal hemos logrado que un chaval empiece a ser feliz y hablamos de la formación de una "excelencia social". A fin de cuentas, quien dijo que la educación era la base no se equivocaba. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario