jueves, 9 de octubre de 2014

Ni el ébola ni el TIL son el problema.

Ni el ébola ni el TIL son el problema, el problema son los recortes y las escasas luces dela mayoría de nuestros mandatarios. 

Y aquí podría acabar el post, pero no. Ya me conocéis. Tanto el ébola como el TIL son la mera anécdota. El problema de fondo son los recortes. A mí, sinceramente y pese al probable escándalo de algunos, la lengua en la que aprendan los niños me la trae floja... Mientras aprendan. El problema no es el inglés, ni el catalán, ni el castellano. Un posible TIL bien aplicado y a largo plazo me parece un sistema fabuloso, pero no metido con calzador y sin preparación... oh, wait, con el ébola ha pasado lo mismo: la falta de preparación de los profesionales -y la falta de medios-. 

El problema educativo no es la lengua en la que se impartan o no las clases (eso, si queréis, es una cuestión cultural). El problema actual de la educación es la masificación de las aulas, la falta de campañas y de actuaciones serias y punitivas -contra los padres- frente al abandono escolar y el absentismo, la falta de itinerarios que se adapten a todos los alumnos, la excesiva dilación del horario escolar (7 horas para uno de 14 años son simplemente el mal), la falta de personal cualificado y formado en las diferentes necesidades de aprendizaje (que levanten la mano los profesionales que saben hacer una ACI para un disléxico, para un TDA/H, para un Asperger o para un alumno con las capacidades motrices afectadas, por no hablar de síndromes de down, retrasos madurativos, esquizofrenias...). 

Hasta ahora habíamos vivido en la inopia: Departamentos de Orientación masificados con la mitad de profesionales que sólo pensaban en ir a tomar café y que no colaboraban en la creación de materiales ni en el seguimiento del alumnado para nada (la otra mitad trabajaban, algunos el doble, si no, esto no hubiera seguido su curso). Otros, profesores de secundaria, se consolaban al pensar que para qué necesitaba su alumno la ESO, mientras no le molestara podía faltar cuanto quisiera, así no le molestaba en clase. Total, pronto encontraría trabajo por un mínimo de 1000 euros, a veces incluso más. 

But, wait! ¿Qué ha sucedido? Que ya no nadamos en la abundancia, hemos vuelto a la época de vacas flacas. El profesor tiene que aguantar sí o sí a ese sujeto en su clase y el DO se ha visto drásticamente recortado (lamentablemente, sin tener en cuenta la valía de algunos de sus profesionales, que si sólo dejaran a los profes, PT, orientadores, etc. que de verdad hacen su trabajo, nos quedábamos en cuadro). El problema, como decía, no es el TIL, es no tener recursos en el aula. El problema no es renovar los baños de un edificio, el problema es que no haya papel en los baños. El problema no es que un centro no tenga sistema de calefacción, el problema es no tener dinero para pagar el gasoil para la caldera. El problema no es tener cuatro alumnos con necesidades en clase, el problema es no tener cómo atenderlos, peor aún, el problema es que el gobierno no nos forma para saber cómo hacerlo. 

Me atrevo a decir que todos los profesores que buenamente intentamos hacer las adaptaciones, acercarnos a la realidad de los alumnos, etc., lo hacemos a través de lo que hemos aprendido de manera autodidacta. Para saber cómo hacer una ACI para un disléxico he tenido que pagar de mi bolsillo la formación. Para saber qué es el síndrome de Asperger he tenido que buscar mucha información y he tenido que molestar a mi médico de cabecera para que me lo explicara. Cuando he tenido que tratar con una persona esquizofrénica en clase, he tenido que volver a dirigirme a personal sanitario amigo mío e incluso a la familia de la alumna, pues ninguna pauta se me ha dado desde el centro, así como ninguna formación se me ha ofrecido desde mi consejería de educación. 

Lo mismo sucede cuando tenemos un alumno con epilepsia en clase, o con diabetes, o con asma, o con depresión, o con un ataque de ansiedad. ¿No sería hora de que, por ejemplo, nos formaran el primeros auxilios en la infancia y la adolescencia? Por supuesto que cuando estas cosas ocurren llamamos a la ambulancia, ¿pero no sería también adecuado saber qué hacer en los primeros momentos cuando un alumno se da un golpe en la cabeza y pierde el conocimiento? O cuando sangra por la nariz, o cuando se ha clavado una grapa en el dedo -y sí, estas cosas pasan, no os riáis-. Tampoco estaría de más saber actuar frente a un alumno bajo los efectos de estupefacientes, que también los tenemos. La clave está en la falta de recursos y en la falta de formación (no quiero pensar ni por asomo en que el problema esté en la falta de ganas de formarse de algunos de mis compañeros). 

Como veis, casi todos los problemas de los últimos tiempos, lleven el nombre que lleven, se resuelven de una manera: con inversión económica y formación de los profesionales. ¿Acaso si el Carlos III no hubiera sido desmantelado tal vez seguiría siendo el hospital de referencia -de verdad- para toda España para enfermedades infecto-contagiosas? ¿Acaso si no se siguieran más escrupulosamente los protocolos de la OMS y no se escatimara en gastos todo esto no hubiera sucedido? ¿Acaso si los profesionales no trabajaran bajo tanta presión y con mayor seguridad hubiera sido menos probable un contagio accidental por error humano? Pero claro, es que el ébola mata. Y la falta de una educación también, aunque eso, como se ve a largo plazo y no parece muy contagioso, pues hacemos como que no lo vemos. 

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Otro día os hablaré de por qué creo que en los centros se debería de ofrecer TODO el material de manera gratuita y de la necesidad de dar cada día, a todos los alumnos de primaria y secundaria, un desayuno saludable a expensas del sistema -recordemos que muchos niños actualmente no se nutren como deberían-.