domingo, 30 de agosto de 2015

Historia de un verano - Parte V

La tierra del buen yantar

Como mi señor marinovio-loveman y yo somos así de exóticos, este año decidimos visitar León y parte de su provincia. La ciudad es un lugar precioso con un montón de monumentos que se pueden visitar con facilidad, pues están todos cerca unos de otros. Además, es un placer degustar los platos y tapas que ahí se sirven. No os diré más: he engordado un kilo por día. Así, salvajemente. 

San Isidoro de León y sus frescos románicos es lo que más me ha impresionado del viaje.
Alquilamos un coche -con mayor o menor pericia en la conducción por mi parte- y visitamos Astorga y sus pueblitos aledaños, y luego Ponferrada, Las Médulas y Villafranca del Bierzo. Además de disfrutar con todo lo que vimos, nos pusimos finos filipinos. Comer un menú por esos lares te garantiza que no tendrás hambre durante todo el día, que a ver, yo entiendo que por ahí pasan muchos peregrinos del Camino de Santiago que necesitan reponer fuerzas, pero nosotros lo que necesitamos es cerrar la fruta boca y dejar de comer como cerdos. Ay... ¡Pero es que estaba todo taaaaan rico! Mantecadas, hojaldres, chocolate, cecina... ¡Todo! 


Es un lugar altamente recomendable para una visita tranquila y sin estrés. Además, también es muy adecuado para visitar con niños. Se pueden hacer rutas culturales, gastronómicas, enológicas, de caminos rurales - deportivas... La provincia ofrece multitud de oportunidades. Nosotros nos quedamos con su arquitectura y su comida, pese a que no probamos ni el cocido maragato ni el botillo porque las temperaturas no invitaban a ello. ¡Tendremos que volver! :D

Imagen de Cerespain

No hay comentarios:

Publicar un comentario